Mostrando entradas con la etiqueta reyes. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta reyes. Mostrar todas las entradas

sábado, 9 de noviembre de 2013

Señora de rojo sobre fondo gris

Un contraste. Es un contraste, quizá no haya palabra mejor para describir este libro. Un contraste, como su título; un contraste, y es que es tan diferente. Es tan diferente.

Tal vez lo que más me gusta de los libros sean sus páginas. Pasarlas, olerlas, anotarlas a lápiz, las leo despacio, muy despacio, las releo entonces más despacio aún, las que son buenas, las que son mágicas. Viajo en sus curvas, las interpreto, las saboreo, las vuelvo a leer. Esto me ocurre con Cortázar, con Alberti, Miguel Hernández, García Lorca, Borges, tantos... Incluso con algunas novelas largas. Pero cometí el error, con Señora de rojo sobre fondo gris, cometí el error de pasar todas las páginas en una sola tarde, y es que no pude permitirme no hacerlo así de rápido. 

Miguel Delibes lo consiguió.  Lo consiguió como algo bueno, no como algo malo. El error fue mío al devorarlo así, pero no tuve más remedio. No podía dejar de leer. 

 Señora de rojo sobre fondo gris no es una novela larga, no. Es breve, pero afilada, cortante, es un círculo afilado y perfecto. Escrita en segunda persona,  el yo literario se dirige a su hija, habla con ella, y sobre ella se derrama, en forma de monólogo, se derrama, y nosotros también nos derramamos al leerla, incluso nuestros ojos se derraman. Va entretejiendo la historia de sus hijos, su mujer, su crisis creativa,  sus cuadros, sus pinturas, su vestido rojo... 

Como no es contar la historia el motivo de esta entrada, como es más un regalo, una invitación, una sugerencia, ya solo daré una imagen de esta señora sobre fondo gris, que es el recuerdo del escritor, el recuerdo de su propia pérdida, tal vez por eso la obra resulte tan real, tan dolorosa, tal vez por eso nuestros ojos se derraman, tal vez lloramos sobre los recuerdos de Delibes, sobre su verdad.



María Domínguez del Castillo

jueves, 30 de mayo de 2013

Jostein Gaarder

Muchos habréis oído hablar del best-seller internacional de Jostein Gaarder, El mundo de Sofía.  

El escritor noruego estudió Filología Escandinava e Historia de las ideas y de la religión, por lo que sin duda fue su inquietud por la filosofía la que le incitó a derramar sus preguntas sobre la vida y el mundo en cada una de sus páginas. 

Después de once años como profesor de filosofía y literatura, quizá advirtiera que una sociedad libre es aquella que piensa, y que la base de aquella sociedad no es otra que los jóvenes. Centrando su literatura en el público infantil y juvenil, el autor revela sus mayores inquietudes filosóficas y enigmas sin resolver. 

Una de sus novelas de mayor éxito es El mundo de Sofía, en la que, en un formato adaptado a su público meta, deshoja una a una las etapas de la historia de la filosofía, desde los filósofos de Mileto hasta Jean-Paul Sartre, en el seno de una historia surrealista, inquietante y maravillosa. 

Pero de todas sus obras, Maya, El enigma del espejo, Vira Brevis, o La joven de las naranjas, tal vez fue El misterio del solitario la que más me cautivó. Una historia imposible, hilada a otra, cosida a otra a su vez... Todas lejanas, diferentes, pero relacionadas entre sí. El pequeño Hans Thomas, en un viaje a Atenas junto a su padre, marino y filósofo, parará en el pequeño pueblo de Dorf. Allí, un panadero le regalará un panecillo, con un diminuto libro escondido en su interior. Sin querer revelar los secretos de la novela de Gaarder, únicamente me atrevo a afirmar que cada una de las páginas es una historia nueva, única, una historia bien elaborada, inimaginable, que no se asemeja a ninguna otra jamás escrita. 



Después de leer El misterio del solitario, que sin lugar a dudas dejará un leve sabor a 'bebida púrpura' en vuestra lengua, podréis decir, como muchos han dicho, que queréis ser un comodín.

El éxito que ha conseguido labrar este autor no es otro que el de hacer pensar a una sociedad, el de ayudarla imaginar y soñar, en un mundo en el que a veces, esto último no nos está permitido, en el que soñar es tan tangible como el humo...

lunes, 27 de mayo de 2013

El nombre del viento - Patrick Rothfuss

Después de leer durante un tiempo a grandes autores españoles,  los cuentos majestuosos de Cortázar y Borges, las obras teatrales de García Lorca y Valle Inclán, los del 98 y los del 27, vanguardistas y románticos, y muchos otros, quise empaparme los pies en orillas extranjeras. Los relatos macabras de Edgar Allan Poe me dejaron los pelos de punta. 

Aún no recuerdo cómo, los primeros dos volúmenes de la trilogía de Patrick Rothfuss, Crónica del Asesino de Reyes, llegaron a mis manos,

El primer título, el nombre del viento, me sorprendió. Cierto que era una traducción, y que se trataba del primer libro publicado por el autor. Cierto, también, que era una novela no tan literaria, más relatora, más fantástica. No sabía qué esperar al pasar las primeras páginas. Pero poco a poco, aquellas hojas conseguían deslizarme junto ellas, tal y como habían hecho antes las pastas de Harry Potter. 




Si preguntan qué tipo de fantasía cimienta esta historia, tal vez no encontrarían respuesta. Sin aireo de varitas mágicas, ni anillos encantados, ni abras, ni cadabras. Rothfuss ha logrado hilar una historia de mil y un colores y texturas, y trayendo al mundo palabras tales como sigaldría y simpatía. No es Kvothe, el protagonista, un nuevo mago nacido de la influencia de la tinta de J.K. Rowling, de Tolkien ni de C.S Lewis. Entre vínculos simpáticos y notas de laúd, puede que Kvothe no solo logre encontrar el nombre del viento. Tal vez, incluso, logre encontrar el nuestro. El del lector. 

El temor de un hombre sabio, segundo volumen de la trilogía, no es menos que el primero. Me atrevo a afirmar incluso mi preferencia por el segundo. Más acción, más hechos, más magia. 

Sin duda, estos títulos son la medicina perfecta para las mentes dormidas, las mentes que han olvidado cómo soñar.