jueves, 29 de mayo de 2014

Une recommandation littéraire: Julio Cortázar


C’est tellement horrible, le blocage de l’écrivain… C’est vraiment horrible… Quelques fois, quand je me trouve face à une page vierge, vide, sans défense, tout seule, il m’arrive de penser que cette encre, que cette encre noire ne va jamais sortir, jamais, qu’elle va toujours rester à l’intérieur de mon stylo-plume. Je me demande souvent s’il subissait ce mal, s’il souffrait aussi du blocage de l’écrivain. Je parle de Julio Cortázar.

Mais il serait difficile de croire ça… Il suffit de jeter un coup d’œil à son œuvre littéraire, au monde qu’il a créé dans chaque conte, dans chaque livre et chaque histoire. Bien que des romains comme Marelle, Les Gagnants ou Les Rois soient réellement merveilleux, ce que je recommande chaque fois que quelqu’un me le demande, c’est une compilation de contes, publié par ‘Editorial Sudamericana’, qui comprend des récits des livres comme Fin d’un jeu, Les armes secrètes ou Tous les feux le feu.

La majorité de ces contes ont un trait surréaliste, et ils s’inscrivent dans le cadre du réalisme magique. Peut-être qu’une des choses qui m’attiraient le plus est le dilemme fantastique. La confusion, le mélange entre le jour et la nuit, le rêve et la veille, la réalité et la fantaisie, le présent et le passé, le créateur et la création. Si nous analysons les contes, nous nous apercevons de l’énorme profondeur philosophique, ce qui va au-delà de la simple histoire surréaliste, de l’extraordinaire qualité littéraire et de la maestria des fins des contes surprenants et inespérés.

Curieusement, j’ai visité la tombe de Julio Cortázar au Cimetière du Montparnasse à Paris cet été, et j’avais déjà lu tous ses contes, donc ça a était une expérience très intime, très honnête. Je me souviens du moment. Je regardais les fleurs jaunes sur sa tombe comme je regarde les courbes de ses paroles sur le papier (sur le livre), comme j’écoute le son de sa voix, en caressant la Seine.


María Domínguez del Castillo

jueves, 15 de mayo de 2014

Feria del Libro de Sevilla, 2014

Un año más se celebra la Feria del Libro de Sevilla, del 22 de mayo al 1 de junio.

Creo que fue hace unos tres años cuando, en la Plaza Nueva de Sevilla, leía mi relato (no recuerdo el título, trataba de un tal Manheb...), con motivo de un certamen literario. Es curioso. No recuerdo su título, pero sí recuerdo aquella profecía, el presentimiento infalible, las palabras de una profesora, una persona a la que debo tanto: Tengo una corazonada.

Este año vuelvo a la Feria del Libro, en la que participar es siempre un regalo, también una esperanza. Supongo que este mundo, el de la literatura, ahora, ahora sobre todo, es el tesoro de los artesanos, de los guardianes y de los maestros: los que la crean, los que la protegen, los que la enseñan, y sin estos, sin estos últimos en especial, nos iríamos a pique, a pique de verdad, aquellos que vivimos por y para ella. Y creer (porque al menos quiero creerlo) que en parte, remota acaso, pero en parte, puedo ser de esos juglares, esos maestros o artesanos, hace que, aunque insatisfecha, impotente, incapaz de más, tenga la conciencia tranquila (qué digo, menos intranquila). 

He tenido la suerte, el honor, he tenido la realidad onírica (no sé ya cómo llamarlo), aunque también la indecencia (porque qué bien lo hubiera hecho otro, Julio Cortázar, qué bien) de traducir del francés una introducción de Yasmina Khadra a una edición del libro-disco basado en Veinte poemas de amor y una canción desesperada, de Pablo Neruda, interpretado por Ángel Corpa, y de asistir a la presentación el viernes 23 de mayo en la Plaza Nueva, de 13'00 a 14'00. 

Yasmina Khadra nació en Argelia y reside ahora en Francia, con una vida, una biografía de todo menos común, de todo menos aburrida o fácil, y que, tal y como he hablado hoy con otra persona a la que debo más de lo que tal vez pueda llegar a decirse, o a escribirse, me recuerda al mismo Albert Camus - escritor argelino, hijo de colonos franceses, que tampoco pudo luchar contra la corriente del río Sena y que, como muchos otros, allí acabó, en su orilla, en París. Casualmente este verano leí un libro de Khadra, Lo que el día debe a la noche, un magnífico libro, con una reciente adaptación cinematográfica, que relata la vida de Younes, desde su infancia, el dolor, el amor, la vida durante la revuelta argelina. 

Ya solo queda invitar a estos lectores, no muchos, pero lectores, que visiten la Feria del Libro de Sevilla, que acojan a un libro, que no lo abandonen, que lo cuiden, que lo lean, que lean, que sepan, que piensen. 

He llegado a pensar que si llego a encontrarme, en alguna ocasión, por alguna razón, perdonad la cacofonía, con Yasmina Khadra, tal vez (tal vez, no, lo más probable), tal vez se me olvide de repente hablar en francés.